lunes, 16 de julio de 2012

RELAX EN EL CIRCO




Hay momentos en que uno necesita salir de la ciudad, expandirse y revivir en busca nuevos horizontes. El verano es una buena ocasión para ello,. Sin embargo, cuando uno tiene que trabajar, se busca la menor excusa para salir pitando el fin de semana, aunque sea recortado.

Esta vez volvía a sitios conocidos (mirad aquí). La aventura empezó en Pozuelo, devolviendo a su legítimo dueño útiles y vituallas largamente custodiadas y despidiendo la ciudad en el lugar divisado diariamente desde el circuito de entrenamiento.



Desde allí me encaminé rápidamente hacia Ávila, ciudad en la que he vivido grandes momentos, cuna de náufragas y con irrepetible historia. Pero como estamos en un mes estival y, por ende, vacacional, me tocó hacer todos los quilómetros por la sierra evitando los embotellamientos típicos de estas fechas. Eso sí, el paseo estuvo bien entretenido. En la ciudad castellana recogí a PS, nos avituallamos en lugares tipiquísimos de la ciudad y nos fuimos hacia la plataforma de Gredos contándonos historias varias por el camino.

Es divertido llegar a la plataforma cuando ya todo el mundo vuelve hacia el coche. Dejamos el vehículo bien estacionado, cargamos trastos y directitos a la Laguna Grande con un cielo amenazante.










Hay un momento, al alcanzar el punto más alto del sendero, desde el que se divisa el valle por el que desciende el río y que llega hasta Navalperal, por donde habíamos subido en la anterior ocasión. Es impresionante, aunque todo nevado y la Laguna helada quizá lo sea aún más.








Llegamos a la Laguna en poco tiempo, saludamos a los caballos con los que aprovisionan el refugio Elola, también a las cabras que merodean el único lugar medio habitado del circo y buscamos uno de los vivacs donde montar la tienda.













La noche resultó apacible, incluso un poco fresca. La verdad es que se agradece viniendo de los calores de la capital. Nos levantamos con unas cuantas nubes bajas que se dispersaron en cuanto se alzó el sol entre las cumbres.




Almanzor enre las nubes

Nuestro objetivo era el Almanzor, pero no por la normal, sino subiendo hacia el Ameal del Pablo, la Galana y posteriormente hacia la izquierda por debajo del cuchillar de Ballesteros hasta poder atacar el Almanzor por su cara sur. Tranquilamente fuimos ascendiendo desde la Laguna, sin prisas. 





En un rato llegamos al collado entre la Galana y el Ameal de Pablo, lleno de cabras con amplias cornamentas y un maravilloso vivac con ocupante que me dio muy sana envidia. La silueta del Ameal de Pablo es impresionante desde este lado mirando hacia el norte.



cara sur del Ameal de Pablo

La Galana con su recta canal

Continuamos ascendiendo y pronto giramos hacia la izquierda para acortar por el cuchillar de Ballesteros. Llegado un momento nos dimos de bruces con un paso estrecho desde el que se observa toda la llanura extremeña de fondo. Siendo sincero, la visión detrás del paso acongoja. PS no acababa de recordar bien como franquearlo, aunque ya lo había hecho en cierta ocasión con su tío al que conocen como "tío Calleja". Ante el desconocimiento optamos por la prudencia y pese a ver la cruz del Almanzor (con montañero incluido) a unos 40 metros de nosotros, decidimos darnos la vuelta. Posteriormente nos enteramos que el lugar en cuestión se llama la Portilla de los cobardes. Aunque ya sabéis, dichosos los cobardes en las alturas, porque lo celebrarán con cervezas en el llano.



Cima de la Galana a nuestras espaldas

últimos neveros de la temporada


Vista de Extremadura desde la portilla de los cobardes

Así, decidimos volvernos hacia la Galana, pero esta vez veníamos por la izquierda de la canal. Subimos hasta unos 3 metros de la canal y 30 de la cima, pero hubo un paso en el que no sabíamos continuar y, pese a ver a la gente que bajaba por el otro lado de la canal, volvimos a decidir que era un bonito día como para desperdiciarlo despeñándose 150 metros hacia el vacío.


Con la cima de la Galana detrás nuestro, a tiro de piedra


Volvimos a bajar tranquilamente hacia la Laguna grande, contándonos historias de encuentros y desencuentros y respirando paz por doquier; recuperamos la tienda y los sacos, que habíamos dejado escondidos en un grieta, vimos a la Guardia Civil de montaña llevando a cabo un rescate en helicóptero y tomamos el sendero de vuelta a la plataforma entre bonitos pironales amarillos.




Hasta pronto


De vuelta a la civilización celebramos nuestro día de relax en el circo con un suculento jugo de cebada, que no puede faltar nunca al finalizar una salida. Esta vez no hollamos cumbre, razón de más para volver en septiembre.



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