... y es que de fiestas vive el hombre, peninsular (e insular, si nos ponemos). Las hay de muchos colores y texturas. Las tenemos de santos, de santas y hasta de beatos. Las hay fundacionales, las disfrutamos patronales, alguna que otra festejando vencedores y vencidos y hasta las hay, ¿por qué no?, simplemente porque sí.
Sin duda alguna, lo que viene siendo el españolito medio, no puede vivir sin sus fiestas populares. No puedo negar mi gran afición por este tipo de festejos, que yo doy en considerar como la expresión sociológica más paradigmática, junto con los mercadillos (o mercaítos) de estos lares.
La época del año en que se celebren es, francamente, accesoria. Por supuesto que con el calorcito nos animamos más, pero anda que no se calienta uno igual de bien en las noches de agosto que junto a las hogueras de San Antonio alrededor del 15 de enero (sino, siempre podéis visitar Vilanova de Alcolea).
El caso que en medio del glacial invierno de la submeseta sur castellana, en la planicie manchega para más señas, se asienta un pueblo de cuyo nombre no quiero acordarme... no, no, no nos pongamos literarios. Allí, en el justo medio de la península, o casi, encontramos Horcajo de Santiago.
Fuente: http://www.myspace.com/almacen13_rcf/photos/148106#%7B%22ImageId%22%3A148106%7D |
Llevaban años invitándome y entre una cosa y otra, nunca iba. Sin embargo, 2012 iba a marcar la diferencia. Un viaje rápido desde casa y en nada y menos estábamos en Horcajo, en la fiesta que honra a la Concepción Inmaculada y que hace de este regocijo la procesión temporalmente más extensa de la cristiandad, ahí es ná.
Uno se dice: "venga, total, una procesión y para casa". Pues no, queridos, de eso nada de nada. Es tremenda la que se monta en Horcajo. No lo digo yo, lo dicen los vídeos y fotos que pude tomar a lo largo del día y parte de la noche.
Disfrutad y alucinad, siendo o no creyentes, que yo desde luego que lo hice. Y quien quiera. Horcajo está un poco cerca de todos, a tiro de piedra...
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