Volviendo con la música de otra parte...
Somos música. Estoy plenamente convencido de ello. Cada uno en su estilo, con sus particularidades, pero todos somos música.
Somos música. Estoy plenamente convencido de ello. Cada uno en su estilo, con sus particularidades, pero todos somos música.
Fuente: http://gatopistola.blogspot.com.es/2010/10/tu-me-quieres-blanca-por-alfonsina.html |
Resulta enigmático el encantamiento que sufre el hombre con la música. Algunos pueden interpretarla con su voz, otros gracias a la ayuda de instrumentos. La expresión más fácil de la música que todos y cada uno de nosotros lleva dentro es, normalmente, a través de las voces de otros.
He de reconocer que la música me fascina, siempre lo ha hecho, sin desdeñar ningún estilo aunque, por supuesto, tenga mis favoritos. Muchas veces la simple referencia a una situación o el sonido de una palabra evoca en mi pensamiento alguna canción, alguna melodía que haya escuchado sólo Dios sabe cuándo. Esa es la razón de que, más tarde que pronto, decidiera tocar la guitarra. Conseguí hacerlo, más mal que bien, por cabezonería. Nadie me enseñó música y simplemente fui aprendiendo acordes, posiciones de dedos y los fui repitiendo sin cesar durante tardes enteras. Sin embargo, pese a todos mis esfuerzos, continúo siendo un inculto musical, he de admitirlo, pues ni leer una partitura puedo.
Entre todas esas canciones que vienen a mi cabeza hay una que me fascina por su profundidad, por su letra, por su música. Aquí podéis encontrar la verdadera historia. Toma como propios algunos de los temas más repetidos a lo largo de la historia de la música: el amor y el mar. Por supuesto que son otras muchas las leyendas que se escuchan referidas a esta canción. Las prefiero éstas últimas simplemente por el color que le dan sin quitarle ni un ápice de su dramatismo original.
No pretendo convencer a nadie de su excelencia, sólo compartirla. A lo largo de la entrada habéis podido ir escuchando diferentes versiones de la misma (y alguna más tras este párrafo). Todas entonan esta zamba con estilos muy diferentes, pero que transmiten igualmente su fuerza narrativa y vital.
Qué la disfrutéis.
Qué la disfrutéis.
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