lunes, 4 de junio de 2012

Canal de Castilla (I)




Hace muchos años mi padre recuperó su vieja bicicleta de carreras Peugot. Con ella, a mediados de los 70, organizó junto con amigos durante un par de veranos marchas cicloturistas por Castilla. Iban con las bicicletas y un coche de apoyo de pueblo en pueblo, conociendo la región que les había visto crecer. Aquella iniciativa de aquel grupo de amigos se perpetuó en una tradición que continuó durante décadas y que se plasmó en un libro que está por casa de mis padres.
Mi hermano, un amigo y yo decidimos hacer algo inspirado en aquello, aunque mucho más manido. Hundiéndonos en nuestras raíces castellanas pensamos en recorrer en bicicleta durante un par de días una de las obras de ingeniería más peculiares y espectaculares de la geografía peninsular: el canal de Castilla (y aquí también).

Cinco horas de tren, con cambio en Valladolid, nos llevaron al inicio del camino: Alar del Rey (población nacida literalmente a la sombra del canal y con un peculiar callejero)














Después de coger fuerzas y un sueño preparatorio, al día siguiente recogimos las bicicletas de la cueva (literalmente) y nos propusimos empezar a pedalear los cerca de 50 quilómetros que nos separaban de nuestra meta de esa etapa.



comienzo del canal de Castilla, separándose del río Pisuerga


El paseo es tranquilo y llano como lo es casi toda la meseta norte. Un placer que se complementa con las continuas paradas para fotografiar compuertas, esclusas, antiguas fábricas de harina y las riberas sin fin del canal.













Como todo el mundo sabe, no hay salida deportiva que se precie sin una buena parada técnica. La del primer día se decidió sobre la marcha, en Osorno. Parecía un pueblo plácido, medio dormido, como muchos de los de Castilla. Pero cuál fue nuestra sorpresa al acercarnos a la Plaza del Ayuntamiento. Menudo fiestón, menuda animación. Comimos productos típicos de la tierra y alguno se hizo hasta con una bandeja de pasteles. Eso sí, la música disco de finales de los 90 primeros 2000 no tiene precio (mis tímpanos tampoco).




por si a alguien se le olvida traerse el billete de 5.000

Después de comer, un cafelito y el uso de mi don particular, seguimos camino hacia Frómista.  Precisamente fue el Camino (de Santiago) lo que nos encontramos durante los últimos quilómetros y es que Canal y Camino coinciden en un pequeño tramo en el que todo se saludan, peregrinos y simples devora-quilómetros, con un amigable "buen camino", sea el que fuere.







Eso sí, hay una máxima en estos casos. El final de un día de ejercicio sin una birra es, sin duda, un día perdido.



Por el momento lo dejamos en Frómista, que merce capítulo aparte. Nueva entrega con la segunda etapa en breve.

1 comentario:

aniusca dijo...

Uooo que guay!
no se lo de las raices castellanas pero las catellonenses...lo del Pi del Tossal Gros...me suena a mi muy de la terreta...
animo chicos!