domingo, 6 de marzo de 2011

Trans-Guadarrama (y VI)

Y por fin llega el último día. La noche, como todas las anteriores en que los tres hemos dormido dentro de la tienda, ha sido larga. Me he despertado en múltiples ocasiones muerto de calor. Al final se hacen las 7 de la mañana, salgo fuera de la tienda que habíamos montado la noche anterior dentro del refugio, me calzo y salgo al exterior. Todavía no ha amanecido del todo y se observa una vista muy especial. En primer término el puerto de los Leones y a lo lejos Madrid. Las luces de la ciudad todavía no se han apagado y aunque pienso en todos los ruidos que hay en la ciudad, a mi alrededor tan sólo se escucha el campo. En unos minutos salen SP y PPG del refugio y contemplamos el panorama.

Volvemos dentro del refugio, recogemos la tienda, los sacos, la comida,... desayunamos y metemos todo dentro de la mochila. Es nuestro último día de camino y por primera vez con un sol radiante que no nos abandona hasta casi llegar a nuestro punto final.

El camino no parece especialmente complicado. Lo primero es bajar Cabeza Líjar y aquí empiezan los problemas. A alguno le duelen las rodillas, pero vamos aguantando poco a poco. Subimos y bajando siguiendo la estela del camino. Pronto llegamos al refugio de la Naranjera, con la impresionante cruz del valle de los caídos de fondo.

Con un pequeño esfuerzo más llegamos a la cima del Monte Abantos. Paramos un rato en la cima, mirando a nuestra izquierda, que es de donde venimos y hacia abajo, que es hacia donde vamos. Ya sólo queda una última bajada para completar nuestro periplo. La vista junto al vértice geodésico de toda la planicie madrileña nos llena de satisfacción.



La bajada se hace larga y pesada. Los quilómetros pesan en las piernas y tras un par de horas nos adentramos en las calles de San Lorenzo. Como es el final de ruta SP propone darnos un homenaje y eso hacemos en uno de los bares del pueblo. El menú del día nos sabe a gloria bendita.  Hablamos un rato con los dueños del bar y enfilamos directamente hacia la plaza del monasterio para desde allí acercarnos  a la estación de El Escorial. Los últimas pasos resultan penosos, más para unos que para otros, pero frente al monasterio nos fundimos en un abrazo. Hemos conseguido nuestro objetivo.





Han sido cinco grandes días planeados desde la otra punta de la mar océana. El principio de muchas otras excursiones. Gracias a PPG y a SP por el tiempo y el camino compartido y a mi hermano C por llevarnos a Somosierra el primer día de la aventura. Pronto volveremos a la montaña y aquí lo contaremos.

FIN

4 comentarios:

depiedraenpiedra dijo...

Me ha encantado?
¿me la recomiendas? supongo que sí...

Juan dijo...

Por supuesto que sí. No es nada complicada (salvo tormentas y demás alertas naranjas) y para quien viva en Madrid es una manera de desconectar sin necesidad de hacer un gran viaje. No se parece en nada a salir por la montaña en Castellón, pero sigue siendo una experiencia genial. Si piensas hacerla y necesitas mapas o cualquier otra cosa sólo tienes que pedirlo.

Lola Steiner dijo...

Ha sido estos dias? he estado por esa zona, y ha caido una nevada de espando!

Oye, que nunca te lo he preguntado, ¿Vives en la urbanizacion Tossal Gros?

Juan dijo...

No, esto fue en septiembre, pero publicando una vez a la semana da para mucho. Ya he visto la nevada, de hecho me quedé sin estrenar crampones el sábado por lo malo que hacía. Soy de CS pero vivo en Madrid. Lo del título es por el Tossal Gros, el mismo, el de Josep Pascual Tirado, el que se lió con la Penyeta!!!!, no por la urbanización.