miércoles, 13 de octubre de 2010

LA CUERDA LARGA

La sierra de Guadarrama es un recuerdo constante para mí desde que a los 6 años me mudara con mi familia a Segovia. Desde mi casa entonces, desde el colegio o desde casi cualquier punto elevado de Segovia se puede ver Peñalara o la Mujer Muerta (picos de la Pinareja, Peña del Oso y Pasapán). Desde entonces ha estado siempre presente y más que nunca los últimos 6 años en Madrid, donde la he podido conocer mucho más a fondo.


Una de las rutas senderistas más clásicas en la Sierra (como se la conoce aquí, así, sin más) es la Cuerda Larga.
Fuente: http://www.trotamontes.org/zona%20cuerdalarga.htm

Hay varias maneras de hacer la Cuerda Larga. Se puede hacer en uno o dos días, se puede hacer desde el puerto de Navacerrada al de la Morcuera y también en sentido contrario, incluso, una vez llegados al puerto de la Morcuera se puede continuar unos 8 ó 10 quilómetros más hasta llegar a Miraflores de la Sierra. La Cuerda Larga se puede hacer de día o de noche. Yo siempre la he hecho de de oeste-suroeste (Navacerrada) a este-noreste (Morcuera), siempre acabando en Miraflores y tanto de día como de noche.

Para poder realizar este recorrido, dado que en la Morcuera no existe ningún tipo de transporte público, es necesario dejar un coche en cada extremo de la ruta o bajar hasta Miraflores para coger el autobús hasta Madrid.


Empezando desde el puerto de Navacerrada, en primer lugar se asciende a la Bola del Mundo (Alto de Guarramillas) a 2.265 m por un camino asfaltado. En muy poco espacio se ascienden más de 400 metros de disnivel, probablemente la subida más empinada de todas y nada más empezar (bufffffffff!!!!). En el pico encontramos una serie de antenas recubiertas con por una estructura metálica junto a unas edificaciones. Su color rojiblanco siempre me ha recordado al cohete de Tintín en "Viaje a la Luna".

Desde Guarramillas y pegado a la valla de la estación invernal de Valdesquí, ya por tierra, se desciende al collado de Valdemartín para luego ascender al cerro de Valdemartín. Desde aquí ya podemos divisar las dos Cabezas de Hierro, la menor y la mayor, puntos de máxima altura de la travesía y segunda altura de la sierra de Guadarrama después de Peñalara con 2.383 m (la mayor).


La subida es y la bajada es disfrutona y después de una fotillo en el vértice geodésico hay que continuar por la loma de Pendasco. La verdad es que el recorrido de la Cuerda Larga es nulamente frondoso. A esta altura los árboles han desaparecido, pero la falta de verde se suple más que notoriamente con las vistas sobre el valle del Lozoya al lado izquierdo y del Manzanares al derecho, con Madrid al fonto en días claros y de no demasiada contaminación en la capital. Por la noche también tiene su encanto ver las luces de la gran ciudad y los pueblos y ciudades dormitorio y periféricas, aunque entiende entonces el concepto de "contaminación lumínica".

Desde este punto y si se hace la Cuerda Larga nocturna con luna llena, si uno se gira, puede ver el descenso de los múltiples excursionistas con sus frontales encendidos cual procesión de Semana Santa. Es alucinante, por lo menos para mí, como la gente todavía puede ir al monte con luna llena y encender la linterna. Hay momentos puntuales en que es necesario o justo cuando la luna se esconde antes del amanecer se hace imprescindible, pero poder caminar sólo con la luz que el sol refleja a través de la luna en medio de la motaña es un inmenso placer.

Desde aquí continuamos andando hacia Asómate de Hoyos y por la loma de Bailanderos. En la vertiente sur y si la noche empieza a clarear hacia el amanecer, pueden comenzar a distinguirse los bloques graníticos de la Pedriza, todo un espectáculo. También aquí, aunque puede que en otras partes del recorrido de la misma manera, se puede uno encontrar con las cabras. No tienen miedo del hombre pero tampoco hay que molestarlas a ellas y menos darles ningún tipo de comida.

Poco a poco llegamos hacia el final de la ruta por el cordal. La Najarra va acercándose para marcar el final de la parte más espectacular de la ruta. Es curioso encontrarse entonces a senderistas recién iniciados/as que habiendo cubierto gran parte del recorrido (unos 18 quilómetros) deciden que no pueden más, que se sientan y que ya vendrá alguien a buscarles. ¿Pero alma cándida, quién te va a venir a buscar enmedio de la montaña? El esfuerzo final no se lo va a quitar nadie, pero desde luego que el buen sabor de boca de haberlo conseguido pese al cansancio y alguna que otra ampolla tampoco. Quizá sea eso lo que muchas veces engancha en la montaña, el darse cuenta al final que uno a podido superarse a sí mismo, cada uno a su nivel.


Antes del pico de la Najarra nos encontramos con el refugio libre que, desgraciadamente, está en un estado un tanto ruinoso. Ojalá alguien lo arreglase para poder mantenerlo como punto de referencia y un lugar donde poder hacer un vivac un poco más guardado (sin puerta no podría definir dormir ahí de otra manera). Ya en la Najarra, desde su vértice geodésico, es espectacular observar el amanecer sobre la meseta sur. Es el momento de bajar y llegar hasta la Morcuera.


Quien desee continuar hasta Miraflores puede hacerlo por un sendero disfrutón hasta el embalse, con cuidado de no torcerse un tobillo en el último minuto y hacerse un esguince. Una vez en el embalse, en el que la única actividad permitida es la pesca sin muerte, el camino se torna en una pista en la que, en los meses de verano, hay que sufrir la polvareda que levantan los coches al pasar. Tras unos 28 quilómetros se entra en Miraflores donde, como no puede ser de otra manera, uno acaba con una buena cervecita la Cuerda Larga.


Tanto de día como de noche se trata de una de las rutas con más encanto de Guadarrama.

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