jueves, 21 de octubre de 2010

7 PICOS Y LA SENDA HERREROS

Mediados de Octubre, una llamada entre semana: "Venga tío, vamos a salir a andar, que esto no puede ser". Hacía un mes que S.P. y yo no salíamos a la montaña. En la última ocasión nos habíamos dado todo un empacho senderista (5 días y cerca de 130 quilómetros), pero la llamada de la selva regresaba. Movilizamos a las hordas montañeras con escaso éxito, lo cual, por otra parte, es un clásico -todo el mundo me dice siempre a poseriori que para la próxima que le avisemos, que se apunta seguro, pero a la hora de la verdad...-.

Por supuesto había alguien que no podía fallar, los hermanos MM. Llámales para montar alguna actividad extraescolar y seguro que aciertas, porque fijo que alguno de los tres se apunta. En esta ocasión nos dimos cita en el parking de Navacerrada el sábado a las 10 de la mañana. Vale, lo reconozco, no es una hora muy montañera, pero como tampoco nos íbamos a patear a lo bestia, no había necesidad de despertarse con el alba. Eso sí, a esa hora un fin de semana Navacerrada es una auténtica autopista. Mira que he visto a inmigrantes argelinos y marroquís bajar en verano con la AP7 con las furgonetas y coches a tope de todo tipo de enseres; el caso es que no sé si esto no es peor. Aunque al final uno piensa que una sociedad en el que el contacto y respeto de la naturaleza está integrado en el sentir general quizá sea mejor que muchas otras. En fin, filosofía de bolsillo a 5 céntimos.
Guarramillas, Maliciosa y Peñotillo Alto desde el Telégrafo

En esta ocasión nos dirigíamos a hacer el cordal de Siete Picos y vuelta por la senda Herreros. Comenzamos subiendo al telégrafo por la pista de esquí todavía virgen de nieve. Desde ahí se observa justo al otro lado del puerto las pistas que están justo debajo de la Bola del Mundo. Seguimos subiendo un poco más, pasamos junto a la virgen para luego descender a la Pradera de Siete Picos.

Primera subida

Aquí comienza la subida hacía el séptimo de los picos. Y digo bien, pues al estar situados de oeste a este, el primero que se sube, el más alto y, por ende, el más famoso, es el séptimo de los siete picos. S.P., con su habitual voracidad canina, no podía aguantar más al llegar al final de la cuesta y decidió dar un buen tiento al chocolate. Este chico tiene un agujero en el estómago y la verdad es que no entiendo donde mete todo lo que come. Porque por supuesto, antes de llegar al tercero de los picos, donde se sitúa la famosa Ventana del Diablo, hicimos parada y fonda para rellenar el buche. Estaba resultando bastante suave físicamente, pero todo sea por reponer.

Pradera de Siete Picos

Séptimo pico y la pera de M.
Hincando el diente

Antes de llegar al segundo pico comienza el descenso a su izquierda. En algún tramo hay que poner los manos en el suelo e incluso los cuartos traseros, pero es corto y se hace ameno con tanta vegetación. Tras el descenso llegamos a la pradera de Najalasna. Y es que el pico de Najalasna es el primero de los Siete Picos. Separado del resto del cordal, da entrada a esta peculiar formación rocosa desde el oeste.

Pico de Najalasna, el primero

Pasada la pradera comenzamos a descender en dirección a Cercedilla. Un poco más adelante observamos unos hitos a la izquierda que nos obligaron a desviarnos del camino principal. Desde aquí había que buscar el comienzo de una senda, la senda Herreros, pero montaña arriba, montaña abajo no dábamos con ella. Finalmente, siguiendo nuestro instinto y tras un poco de monte a través y alguna conversación con los montañeros que nos íbamos encontrando, la encontramos. Ya había leído que es una senda perdedora, pero en cuanto nos hicimos con sus hitos nada nos separo de su compañía hasta estar de vuelta en la pradera de Siete Picos.


En busca del camino
Un hito más para la colección de M.

Como no podía ser menos S.P. tenía un hambre voraz y paramos a zampar allí, pero esta vez a una hora normal para lo que viene siendo la comida. Desde aquí y bajando por la pista de esquí de fondo se hace muy agradable el descenso hasta el principio de la pista del telégrafo y de nuevo al puerto de Navacerrada. Una excursión corta pero muy divertida y que no entraña mayor dificultad. Comienza a hacer frío en la Sierra incluso con sol, seguro que es el preludio de las primeras nevadas en poco tiempo. Quizá este invierno haya que hacerse con unos camprones y ponerse más a menudo las polainas.
¡Hasta la siguiente salida!

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