Aunque
el último mes y medio he tenido tareas importantes que no me han permito
entrenada prácticamente nada, el final de la temporada ha venido cargada de
nuevas experiencias.
Dos
han sido las nuevas modalidades que he probado en este final de año deportivo,
antes de que el sofocante calor y las tareas intelectuales me obligaran a
quedarme en casa.
La
primera de ellas ha sido el trail o
carreras de montaña. Una amiga es un cuasi profesional de este mundillo. Pero
yo, más allá de alguna corta salida corriendo por los montes, nunca me había apuntado a
una carrera de este tipo. La prueba, en la estación de La Pinilla, en el
Sistema Central, fue bastante dura, sobre todo para mi lamentable estado forma.
Eso sí, todo valió la pena cuando me lancé a tumba abierta a descender los
últimos 2 de los 12 quilómetros en que consistía la prueba. En la meta me
esperaban A.R., que por supuesto llegó antes que yo, y mi amiga A.C., que no se
quejó para nada por tener que madrugar el domingo del fin de semana que se
venía de visita. Bonita experiencia y en la que voy a trabajar, pero a partir
de octubre.
La
segunda, diferente, ha sido el Duatlón. Siempre he sido amante de la bicicleta.
La he practicado mucho y mucho antes que la carrera. Ahora estoy volviendo a
ella. Eso sí, nunca había compaginado las dos modalidades. Esta vez tocaba y
dos son las sensaciones con las que me quedo. La primera, la alegría de
compartir con dos buenos amigos (S.J. y N.C.) una mañana de domingo, que acabó
en cañas a las que se sumaron S.J. (diferente a la primera S.J.) y J.L. La
segunda, el sentimiento de impotencia que sentí al ponerme a correr después de
18 quilómetros de MTB. Alucinante. Durante un quilómetro parecía tener una
parálisis en las piernas. A partir de ese momento volvieron a mis las sensaciones
habituales y pude, pese al cansancio, volver a subir un poco las rodillas. Al
igual que en el caso anterior, habrá que seguir probando.
El siguiente objetivo vigoréxico comenzará en poco más de un mes. Por supuesto, gozará de su propia entrada en este blog. No os cuento, pero os doy una pista: ¡Cuál ventura sería esta, si pluguiese al Criador, que asomase essora el Cid Campeador!
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