A partir de este punto se puede decidir entre dos opciones. Bien se toma la variante alpina, mucho más expuesta pero más espectacular y disfrutona, bien se baja todo el valle para, más adelante, volver a subir hasta el refugio de l'Onda. La primera opción, además, tiene como ventaja que acorta en casi una hora el camino.
En otras circunstancias hubiéramos optado por la variante alpina y hubiésemos seguido hasta Vizzabona (una etapa que se adivina larga y muy cansada). Sin embargo, dado que no íbamos con prisas, decidimos bajar al valle y tomar la determinación de continuar al llegar a l'Onda.
Los primeros momentos de la bajada eran intensos, pues se desciende hasta el fondo del valle, casi hasta la altura de Vizabonna, que es el punto más bajo de todo el recorrido. Sin embargo, la pendiente se dulcificó pasada aproximadamente una hora y dio comienzo un agradable paseo entre un frondoso bosque. Junto al bosque corría el río formando unas estupendas y cristalinas pozas. Lástima que el día no nos acompañara en esos instantes, aunque nos íbamos a resarcir pronto.
En el fondo del valle, antes de cruzar la pasarela de madera de Tolla y girar a la derecha, nos encontramos con la Bergerie de Tolla, donde nos hicimos con las clásicas provisiones corsas. Hay una buena fuente justo enfrente de la puerta del establecimiento.
Una vez alcanzado el fondo del valle sólo quedaba subir. La frondosidad y verdor del hayedo sobrecogía. La subida hasta el refugio resultó mucho menos larga y monótona de lo esperado y poco antes de las 12:30 estábamos en destino, no habiendo andado ni siquiera cuatro horas y media.
Llegados a este punto nos planteamos si seguir porque las nubes que asomaban de cara a la tarde podían hacer prever tormenta. Al final, tras preguntar a unos y a otros y compartir una agradable comida con François, decidimos plantar la tienda y disfrutar la tarde a la sombra del Monte D'Oro.
Si bien no cayó ni una gota y despejó rápidamente, la decisión no fue del todo incorrecta, porque pudimos disfrutar de unos maravillosos baños en unas pozas sin igual. La tarde transcurrió plácida tumbados al sol leyendo y recuperando energías como los lagartos. Tan sólo hay que dirigirse hacia el desfiladero a las faldas del monte y ascender ligeramente. Ahí, escondido, donde nadie lo espera, está el paraíso.
El sitio de acampado en L'Onda deja un tanto que desear. El terreno no es plano ni está dividido en llanos vivacs, pero al llegar los primeros pudimos encontrar un espacio con menos pendiente. Las duchas y baños están dentro de la normalidad y la instalación de la cocina externa sufre las inclemencias del viento, que se pudieron combatir gracias a unos maderos.
Tras pasar una noche tranquila y con la tienda bien montada gracias a la adquisición de la noche anterior, nos levantamos acompañados de un fuerte viento y de constantes nubes bajas que cubrían por momentos toda visión posible. Para coger fuerzas introdujimos en el cuerpo un potente desayuno, recogimos todas nuestras pertenencias y, acompañados de una simpática pareja de chicas alemanas, comenzamos el ascenso al collado que se encuentra tras la cresta de Muratello. La ascensión, que nos llevó alrededor de una hora cuarenta minutos, es relativamente dura, pero sin duda, hacerla con la mochila de más de 10 quilos mientras soplan fuertes y constantes rachas de viento lo hace todavía más complicado. Lástima por la niebla, porque las vistas tienen que ser preciosas. Nosotros ya teníamos bastante con abrigarnos y continuar subiendo, con algún recordatorio por el camino de la peligrosidad de la montaña, aún extremando las precauciones.
En el collado, no pudimos quedarnos demasiado tiempo porque el viento continuaba soplando con fuerza. Decidimos despedirnos de algunos compañeros de viaje y emprender de nuevo la marcha. Desde este punto puede tomarse un desvío, ascender los 2389 metros de la cima del Monte D'Oro y descender por la ladera opuesta a aquélla por la que nosotros íbamos a hacerlo. Con las condiciones climatológicas que estábamos viviendo ni nos planteamos esta ruta. Con buen tiempo puede ser una bonita opción.
A partir de este punto el único sentido del camino es el del descenso. Se baja, tal y como comentaba, hasta el punto más bajo del GR20 (920 metros de altitud) sin contar las dos etapas iniciales y eso se nota. La subida en dirección contraria debe enfrentarse con especial filosofía y tiene mucho sentido L'Onda si se toma el camino en esta dirección. Éste no era, sin embargo, el sentido de nuestra marcha. Nosotros nos lo tomamos con paciencia pues C.G. no gustaba en exceso de este sentido del camino.
Fueron más de tres horas y quince minutos de descenso continuo, atravesando pedregales graníticos, hayedos y bosques de pino laricio, autóctono de las tierras corsas. De nuevo aparecían pozas de aguas cristalinas a nuestro paso, pero el tiempo había cambiado definitivamente y el calor del final del día anterior y de todos los que llevábamos andando nos había abandonado.
Llegamos al final del camino a la civilización: la estación de Vizzabona. Decidimos recuperar fuerzas en el bar de la estación, un peculiar establecimiento con una muy peculiar decoración, del que os dejo unas cuantas fotos. Esa noche tomamos la determinación de dormir bajo techo y, aunque estuvo lloviendo parte de la misma, la elección del lugar no fue todo lo buena que hubiéramos deseado. Por lo menos estuvimos calientes y secos hasta el amanecer. Retomaremos este aspecto en la última entrada de esta serie.
La estación de Vizabbona permite, cuanto menos descansar y avituallarse con tranquilidad antes de enfrentar la parte sur. Fue aquí donde nos enteramos de que había estado prohibido andar el día anterior por pésima climatología (¡vaya novedad!). Sin embargo en el refugio de L'Onda, que era donde nos tenían que haber avisado, nada nos dijeron. El panel informativo indicaba prohibición para el día siguiente a primera hora de la tarde. No obstante, al día siguiente íbamos a continuar andando, como podréis comprobar en la próxima entrada...
En el fondo del valle, antes de cruzar la pasarela de madera de Tolla y girar a la derecha, nos encontramos con la Bergerie de Tolla, donde nos hicimos con las clásicas provisiones corsas. Hay una buena fuente justo enfrente de la puerta del establecimiento.
Una vez alcanzado el fondo del valle sólo quedaba subir. La frondosidad y verdor del hayedo sobrecogía. La subida hasta el refugio resultó mucho menos larga y monótona de lo esperado y poco antes de las 12:30 estábamos en destino, no habiendo andado ni siquiera cuatro horas y media.
Si bien no cayó ni una gota y despejó rápidamente, la decisión no fue del todo incorrecta, porque pudimos disfrutar de unos maravillosos baños en unas pozas sin igual. La tarde transcurrió plácida tumbados al sol leyendo y recuperando energías como los lagartos. Tan sólo hay que dirigirse hacia el desfiladero a las faldas del monte y ascender ligeramente. Ahí, escondido, donde nadie lo espera, está el paraíso.
En busca del paraíso |
Los hijos del guarda regresan al refugio con el jabalí que acaban de cazar |
Menuda alegría encontrarse con la placa en un día como éste |
En el collado, no pudimos quedarnos demasiado tiempo porque el viento continuaba soplando con fuerza. Decidimos despedirnos de algunos compañeros de viaje y emprender de nuevo la marcha. Desde este punto puede tomarse un desvío, ascender los 2389 metros de la cima del Monte D'Oro y descender por la ladera opuesta a aquélla por la que nosotros íbamos a hacerlo. Con las condiciones climatológicas que estábamos viviendo ni nos planteamos esta ruta. Con buen tiempo puede ser una bonita opción.
Auténticamente corso... |
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La estación de Vizabbona permite, cuanto menos descansar y avituallarse con tranquilidad antes de enfrentar la parte sur. Fue aquí donde nos enteramos de que había estado prohibido andar el día anterior por pésima climatología (¡vaya novedad!). Sin embargo en el refugio de L'Onda, que era donde nos tenían que haber avisado, nada nos dijeron. El panel informativo indicaba prohibición para el día siguiente a primera hora de la tarde. No obstante, al día siguiente íbamos a continuar andando, como podréis comprobar en la próxima entrada...
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