lunes, 2 de enero de 2012

LA SERPIENTE MULTICOLOR

Uno de mis recuerdos de infancia es la Vuelta Ciclista a España. Viviendo en Segovia en los años 80 uno no podía más que amar u odiar el ciclismo -opté por lo primero-. Alguna etapa de la Vuelta siempre acababa en Palazuelos de Eresma y, como no podía ser de otro modo, pasaban los ciclistas año sí, año también por Navacerrada. Cómo no olvidar al mítico Perico, en pleno apogeo, ganando el Tour de la France enfundado en su maillot amarillo, con una pantalla gigante junto al acueducto y la ciudad a sus pies (aún hoy me rindo a sus comentarios los días de Tour en la televisión en las tórridas tardes de julio).

Fuente: http://www.eniac.es/usuarios/earaoz/perico1.jpg

La serpiente multicolor era como se llamaba al pelotón. Una larga cola de ciclistas, cada uno con su maillot de color diferente, serpenteando mientras descendían a gran velocidad la carretera del puerto de turno que tanto esfuerzo les había costado ascender.


Fuente: http://www.sportec.com/www/vuelta97/gifs/album/peloton.gif


Estas navidades, todas y cada una de las mañanas del mes de diciembre he tenido esa misma impresión, la de tener ante mis narices a la mismísima serpiente multicolor.

En esta ocasión cambiaban las tornas. Primera hora de la mañana, centro de Madrid, montado en la bicicleta de camino al trabajo giro a la derecha en la Plaza de Callao para tomar la calle del Carmen y… ¡zas, ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo!

No, no… no es un pelotón de ciclistas (el ciclista era yo), no, se trata de la cola para comprar el décimo de la Lotería de Navidad en Doña Manolita.

A-L-U-C-I-N-A-N-T-E

En este acontecimiento estelar se unen dos de las aspectos que más me impactan de la Navidad: la lotería y las colas.

Fuente: http://www.lavozdeasturias.es/politica/bbt_ASTIMA20111212_0166_5.jpg

 No compro lotería del 22 de diciembre, lo reconozco. Bueno, mentira, el año pasado me vi forzado contra mi voluntad (aunque uno tiene la voluntad débil, todo sea dicho) a hacerlo y tras pasar el día 22 y que, por supuesto, no me tocara nada, colgué el décimo en la pared del despacho con celo para recordarme a mí mismo que evitase caer en la tentación al año siguiente, promesa que he cumplido. No me gusta la lotería, qué le voy a hacer.

Todo el mundo a mi alrededor se gasta auténticos pastizales en décimos de lotería para ese día; siguen embobados el sorteo por la tele, la radio o internet. Al día siguiente compran los periódicos-sábana para saber cuánto les ha tocado y al final, en la mayoría de ocasiones, nada de nada, ni una mísera perra gorda.

No pienso cambiar con estas líneas el devenir de la humanidad, pero sí mostrar mi total alucine ante tanto fervor. Yo debería estar feliz, porque el 22 de diciembre es el aniversario de boda de mis padres y a mí, de un modo u otro, ya me tocó la lotería. Aún así sigo sin comprender ese furor que arrastra a la gente a pasarse horas y horas, con un frío que hace temblar hasta a los osos polares, esperando a que abran Doña Manolita. Y no les vale que un tío esté con el típico puestecillo delante de la cola gritando: “tengo décimos de Doña Manolita”. No, el décimo se compra en Doña Manolita mismo y sino, pues no se compra.

Fuente: http://img.elblogsalmon.com/2009/12/decimo-loteria.jpg

 La cola tiene vida, no se vayan a creer. Cada día da la vuelta a la manzana por un lado diferente y cuando menos se lo espera uno aparece en la propia plaza de Callao. Cada persona con una bufanda, unos guantes o una chaqueta de color diferente, como los ciclistas. Eso por la mañana, porque por la tarde los amigos de la tal Manolita se ven acompañados por hordas de ávidos compradores de regalos, haciendo cola junto a los escaparates iluminados como discotecas. Tanta es la gente que ni siquiera montar en la bicicleta se puede.

Son las colas que se reproducirán para el sorteo del Niño, aserrín aserrán para el sorteo de San Juan, para las rebajas, para empadronarse en el Ayuntamiento o, desgraciadamente, para otros menesteres mucho menos afables en este país económicamente debilitado.

Al final, cada vez que pase con la bici en las heladoras mañanas de diciembre y enero, febrero, marzo y abril… me seguiré repitiendo lo que decíamos todos en el patio del colegio de aquella Segovia ciclista: “a la cola pesi-cola”. 

Fuente: http://1.bp.blogspot.com/-N_TDuBuxYso/Ts6BX3MPg1I/AAAAAAAACwI/KsQQRcTT9ZI/s1600/calvo_loteria_navidad.jpg

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