miércoles, 22 de febrero de 2012

ARte COntemporáneo

No es que el título de esta entrada sea muy inteligente, vanguardista ni original, todo lo contrario. Esta semana pasada se celebró en Madrid ARCO, la feria de arte contemporáneo. Una tarde, después de trabajar, me acerqué con mi hermano y un amigo a JustMad, uno de los eventos paralelos que se celebran por todo Madrid durante esa semana. Allí vi cosas maravillosas, chocantes, electrizantes, espantosas, caras, llamativas, auténticas, originales, relativamente baratas, horrendas, ... toda una experiencia. Nos encontramos a la mejor jefa que se pueda tener en el mundo mundial, charlamos con ella, y nos volvimos a casa. Os dejo sólo dos cosas de las que vi esa tarde.





El caso es que el sábado estaba donde suelo estar todos los sábados por la mañana desde hace unos meses. Un lugar donde he regresado después de un tiempo, con muchas ganas e ilusión, y donde sudé y sufrí todos los sábados durante cuatro años y medio. Esta vez del el otro lado de la mesa, literalmente.





Al irme, cuando me quedé solo, me llamó la atención lo que hacía tiempo que miraba pero ya no veía. Fueron horas y horas las que pasé contemplando estos cuadros mientras mis pensamientos estaban en textos lejanos y, en ocasiones, incomprensibles. Nada tienen que ver con los cuadros de ARCO o de JustMad, estos los pintaron y regalaron alumnos que pasaron por esas aulas. Eso sí, cualquiera que lea estas líneas y contemple estas fotos y haya visto estos cuadros en algún momento de su vida, un sentimiento, del tipo que sea, correrá a ampararse de su ser, me juego lo que queráis (y sino, que recuerde la inquietante mirada de la cabra en el camino, sobre el puente). Al final el arte transmite de la manera más inesperada...











Perdonad por las fotos, son realmente malas. Las tuve que hacer corriendo y con mil cosas en las manos.

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