domingo, 26 de junio de 2011

C-C

Enrique Herreros fue un afamado humorista español, amante de la montaña y que hoy da nombre a uno de las sendas más visitadas de la montaña madrileña: la senda herreros.

Sin embargo, en esta ocasión, no fuimos por la citada senda, aunque cerca pasamos. La idea era sólo darse una vuelta, tranquila, por la sierra, y estrenar las nuevas botas. Las Garmont, las anteriores, han sufrido un percance y aunque perfectamente utilizables en ambientes secos, han perdido su estaqueidad y ya no pueden utilizarse con nieve o mucha agua, tal y como pude comprobar en Gredos. Las nuevas, unas Bestard, de Mallorca, tienen buena pinta.

Salí pronto de casa, cogí el metro y en un plis estaba subido en el cercanías camino de Cercedilla. Por supuesto me equivoqué y llegué 20 minutos antes que el resto. Un poco de espera en la estación, ayudé a PPG a encontrar el sitio por teléfono, que venía en coche, y llegados los demás nos subimos en el tren que sube hasta Cotos. Es un tren precioso que asciende hasta la parte alta del centro de la sierra entre los pinares. Aquí fue cuando SP empezó a recordarle a su compañero de piso, C, que se hubiera venido en vaqueros. Así seguiríamos hasta el final de la jornada.

Una vez en Cotos nada mejor que empezar con un buen bocadillo. SP no pudo faltar con su habitual cita con la comida. ¡Cada uno tiene su don! Repostado el combustible fósil (natural y biodegradable, por supuesto) nos dirigimos por la pendiente Loma del Noruego hacia la Bola del Mundo. A nuestra izquierda fuimos dejando Valdesquí, enana y prescindible estación de esquí de la sierra, y en nuestro camino nos cruzamos con el Van Damme de la sierra (el tipet en cuestión se llama así, no me lo invento).

Poco a poco llegamos al alto de la Guarramillas, al que no regresábamos desde el invierno, y desde allí bajamos hasta el puerto de Navacerrada. Como lo nuestro era sólo darnos un paseo, pasamos de los 7 picos y nos dirigimos por el Camino Schmidt al puerto de la Fuenfría. Más que un camino aquello parecía una autopista de la gente que había. Eso sí, las vistas de los pinares de Valsaín son espectaculares.

Comimos en la fuente de la Fuenfría y con paso tranquilo fuimos bajando la calzada para alcanzar las Dehesas y coger el tren de vuelta a Madrid. 20 quilómetros de paseo agradable con amigos, sin ningún esfuerzo suplementario excesivo, pero que permite coger fuerzas y empezar la semana de manera diferente en la capital.

















No hay comentarios: