viernes, 14 de enero de 2011

21'097

Nunca lo he tenido muy claro, pero supongo que es el hecho de que en nuestro fuero interno seamos conscientes de la temporalidad de nuestra propia existencia lo que nos lleva a que nos dediquemos a celebrar todo tipo de aniversarios. Muchas veces nos aferramos a lo pasado, a ese momento nimio de nuestra existencia que nunca volverá y que tanto nos marcó de una u otra manera.

Y después esta profunda reflexión personal que, básicamente, no me lleva a ningún sitio, podría decir que yo soy diferente, que no celebro ningún tipo de aniversario puesto que eso supondría caer en la superficialidad del mundanal ruido que nos rodea, que es necesario, sin embargo, elevarse por encima de la rutina, del hombre masa de Ortega y ser único y diferente. Podría decirlo, claro que podría, pero por qué no tendría que ser sincero conmigo mismo. Porque tanta retórica e intrincamiento simplemente para decir que, en el mismo momento en que publico esta entrada, estoy de aniversario.

El mío, como el de otras 41 personas es un aniversario muy especial. Hace ya algunos años decidí apostar fuerte y formarme para poder ejercer una profesión, que más que eso es un sueño (y una responsabilidad). Eso suponía pasar un número determinado de exámenes de elevada complejidad, no sólo por la dificultad de la materia, sino también por la competencia externa. Fueron casi un lustro de duros esfuerzos y privaciones que, hoy, hace justamente un año, dieron su fruto.

El pasado 14 de enero, ya no recuerdo ni a qué hora, cerca de las 6 ó 7 de la tarde, descolgué el teléfono para dar la buena noticia y no pude parar de llorar en 20 minutos. Ha sido uno de los momentos más emocionantes que he vivido en mucho tiempo y seguro que uno que recordaré para siempre, mucho más que otros más ceremoniosos. Ese fue el verdadero reconocimiento, aquellas dos llamadas telefónicas, el resto purito teatro.

El último año, desde entonces, ha sido un enmarañado caos. Esta misma semana lo volvía hablar con una compañera, una de esas 41 personas con las que he tenido la suerte de convivir de manera muy especial este tiempo. Recordábamos como ha sido un año en el que nuestra vida ha dado un vuelco tremendo. Tan repentino fue el cambio y tan brusco que para muchos de nosotros no ha sido fácil habituarse. Hemos pasado del orden extremo a la desestructuración más caótica y poco a poco nos hemos ido regulando, con nuestros más y nuestros menos, hacia un equilibrio en muchos casos difícil de mantener.

Este año pasado ha dejado muchas cosas, algunas muy buenas, otras no tanto, pero ha sido de continuo aprendizaje en muchos aspectos de la vida. No obstante tras la transición llega el momento de buscar nuevas metas. Y es que aunque también celebre los aniversarios y viva para algunas cosas en el pasado, toca caminar hacia el futuro con paso firme.

La primera meta de este año, que no la única, tiene relación con el número mágico del encabezamiento. No se trata de los 21 gramos de los que habla la película de idéntico título ni de ninguna cifra recogida en  la cábala, ni mucho menos. Se trata de algo mucho más banal. Son los 21'097 quilómetros que conforman la media maratón.

Durante mis años de estudio me aficioné, más que nada por higiene mental, a correr casi todos los días. Gracias a mi amiga LP conocí el mundo de los corredores no profesionales y con mi amigo PS me apunté a mis primeras carreras populares de 10 mil metros. Nunca fue mi objetivo el de ser primero (ni siquiera sueño con ello), sino el de crear algún objetivo dentro del marco de lo que se estaba convirtiendo en una gran afición. Con todo, después de aprobar, MM me lanzó el desafío de probar con la media maratón. Esto ya empiezan a ser palabras mayores. He establecido con LP un programa de entrenamientos y espero que para el 28 de marzo esté suficientemente preparado como para aguantar hasta la meta.

No seré el primero, ni falta que me hace, pero lo importante será cumplir con el objetivo de llegar. Eso sí, el año contará con ulteriores desafíos, pero creo que el resto los iré desvelando a su debido tiempo que, como un buen jugador de mus, hay que mantener la tensión del juego hasta que por fin se lance al adversario el órdago final.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta leerte. Muchas felicidades por tu aniversario y ánimo con esa carrera (aunque piense que hay cosas mejores en las que invertir tu tiempo...)

Lola Steiner dijo...

Mola! Qué media vas a hacer?

Juan dijo...

Pues en principio la de Ciudad Universitaria en Madrid. En caso de no pillar dorsal, la de Segovia, las dos el último fin de semana de marzo. ¡A ver si no echo el higadillo!