lunes, 17 de febrero de 2014

CANALES PERDIDAS: SENDEROS ENCONTRADOS

Estos días nos enterábamos de la siguiente noticia. Quienes nos sentimos especialmente atraídos por la montaña notamos una especial congoja al ver, oír o leer noticias de este estilo.

Precisamente hace una semanas recibí la llamada de atención de T.R. Hacía mucho, demasiado tiempo que la "ferralla" se oxidaba aburrida en el fondo del armario. Decidimos que no podía seguir así, por lo que nos acercarnos, relativamente pronto, hacia una zona bien conocida de la Sierra de Guadarrama.

La sorpresa, siempre entre comillas, fue la de ver los márgenes de la carretera y los aparcamientos llenos hasta la bandera. No cabía ni un coche más. Aparcamos el auto a un lado, nos pertrechamos y tomamos el camino directo hacia la laguna grande.

Las pequeñas laderas al lado de la carretera estaban atestadas de familias disfrutando del descenso en trineo y de las guerras de bolas de nieva. Tal y como nos fuimos alejando del puerto, poco a poco, dejamos de cruzarnos con gente y en medio de aquel eterno "vaso de leche", la quietud del invierno nos fue envolviendo.









Ello no obstante, el viento no cejaba en su empeño de molestar nuestra andadura y, llegado cierto momento, viendo las condiciones meteorológicas y peses a nuestras ganas de calzarnos los crampones, nos dimos media vuelta. Al final la montaña siempre está ahí y más pronto que tarde regresaremos, eso sí lo tenemos claro.

Bajamos al valle, sin mayores pretensiones. Son "cienes y cienes" las veces que hemos podido pasar por ese valle. Sin embargo, en esta ocasión nos dirigimos a la vertiente occidental del pequeño valle. Cuál fue nuestra sorpresa al encontrarnos con unos preciosos caminos que, considerados en su conjunto, completaban un hermoso circuito para entrenar carreras de montaña.




Disfrutamos como enanos el paseo entre el sol, que salía y se escondía como los cuernos del caracol, y la lluvia, que aunque fina era fiel a su persistencia. Desde allí bajamos al pueblo a reponer las pocas fuerzas gastadas.

Regresaremos pronto, eso seguro, aunque siempre nos faltará S.P., quien disfruta de más gélidas temperaturas allende los Urales.

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