miércoles, 21 de septiembre de 2011

SE ME FUE POR EL CAMINO


Ahora que por fin, corto informáticamente hablando como soy, he conseguido volver a conectar el escáner de la impresora al ordenador (imprimir sí podía) gracias al amor fraterno, puedo comenzar con una idea que tenía hace tiempo metida en la cabeza. Tal idea consiste simplemente en ir publicando alguna reseña, por corta que sea, de algunos de los libros que voy leyendo.

El caso es que no hace mucho que estuve por Bruselas y aprovechando el viaje relámpago compré unos cuantos libros en un bouquiniste de segunda mano. Entre ellos me hice con éste, de Jorge Semprún. Mi antigua profesora de francés me había hablado de él como una de las personas que mejor escribía en francés y desde entonces, ya hace algún tiempo, había querido leer alguno de sus libros.

Desde luego que se trata de un personaje interesante en sí mismo, como podéis comprobar aquí. El caso es que únicamente encontré este libro y ni me lo pensé. Probablemente hubiera sido mucho mejor hacerme con "El largo viaje", pero en las tiendas de segunda mano el abanico de elección es mucho más reducido.

El caso es que mientras me estaba leyendo el libro, va y se me muere el autor, como bien refleja el mejor lugar para leer obituarios y esquelas de España (aquí). No me había pasado nunca, os lo prometo, que se me muriera el autor mientras leía uno de sus libros. Debo reconocer que no me estaba gustando nada como contaba la historia (que no su dominio del idioma, como bien pronosticó mi profesora). Total, que decidí que no podía dejar de acabar el libro hasta la última página en homenaje póstumo a señor Semprún.

La verdad sea dicha, suelo ser cabezón y trato de terminar todos los libros que empiezo, pero en este caso se trató de una auto-promesa un tanto especial. El resultado es que el libro tampoco me gustó después de leído, me decepcionó quizá por las altas expectativas que tenía, pero lo que dudo que me vuelva a pasar en una larga temporada es que se me muera el autor que sea mientras me leo uno de sus libros. Así seguro que no me olvidaré de Jorge Semprún y su infancia desarraigada.

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