sábado, 14 de diciembre de 2013

ESTABA EL SR. D. GATO...

... sentadito en su tejado.

Esta vez no era un tejado, sino un pequeño mirador. La suave tarde del recién estrenado otoño en la Provenza hacia que el pueblo pareciera adormilado a los pies del antiguo castillo.

El gato, perezoso, se había acercado lentamente al pequeño murete que se colgaba sobre el talud. Unos metros más abajo se oía fluir el agua del riachuelo que rodeaba parcialmente la atalaya. Con parsimonia se fue aseando cada una de sus patas. Fijó su mirada tranquila en los curiosos turistas y sin hacerles demasiado caso, furtivo, aceptando alguna de sus caricias, se alejó sin prisa pero sin pausa hasta desaparecer entre la maleza descuidada, tal vez en busca de algún ratón soñador.








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