martes, 18 de octubre de 2011

TMB (III)

Nos levantamos relativamente temprano en Champex y después de un desayuno frugal consistente en tostadas, zumo, embutido, pan, mermelada, mantequilla, leche, muesly y alguna que otra galleta, nos pusimos de nuevo a andar.




Los primeros pasos por la carretera hasta el lago del pueblo se hicieron pesados, pero tras la población comienza el bautizado como "sendero del champiñón/seta". Yo, en honor a la verdad, lo que viene siendo ver una seta, pues como que no vi ninguna, ahora sí, figuras de madera tallada unas cuantas.





Descendimos hasta el valle continuo por un camino fácil y disfrutón aunque con demasiado tráfico. Una vez abajo, viendo la distancia que teníamos que recorrer y con el objetivo de no llegar tarde al refugio como el día anterior, decidimos aprovechar el transporte colectivo para adelantarnos algunos quilómetros.





En la parada final del trayecto del bus nos decidimos a comprar unos "emparedados", como diría el propio oso Yogui... ¡menuda timada! Nos costaron un cojón de pato -que suelen estar bien cotizados- y no es que tuvieran precisamente mucha vianda en su interior. En cualquier caso, después de la diaria equivocación de camino (creo que a M.R. no le hizo mucha gracia, tal y como podemos observar en el gráfico), comenzamos el ascenso hacia el Col Ferret. Es decir, del Val Ferret suizo al Val Ferret italiano pasando por el Col Ferret.





En el ascenso al Col me adelanté y con un maravilloso tiempo nublado pude disfrutar de uno de los ratos solitarios más especiales del viaje. También aproveché para echar alguna foto por el camino.





Desde arriba bajamos prestos -hacia un viento infernal- hacia el Refugio Elena -alguno haciendo la croquetilla-, donde nos encontramos a todo Japón en pleno. Delante de los todos los abuelillos nipones, equipados hasta las orejas, nosotros nos dedicamos a estirar en grupo y a beber una cerveza, aunque sea de lata, que es como tiene que acabar todo buen día en la montaña.




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