martes, 14 de diciembre de 2010

Trans-Guadarrama (I)

Esta historia comenzó a forjarse durante el pasado verano. En los momentos muertos del trabajo y durante las aburridas tardes prematuramente oscuras y solitarias de la mitad del mundo, a muchos quilómetros del hogar, a cualquiera comenzarían a ocurrírsele planes diversos y emocionantes que hacer realidad tras la vuelta a casa.

Quien haya seguido las entradas publicadas hasta ahora se habrá dado cuenta de que una de mis aficiones es la montaña, sería absurdo negarlo. Hay mucha gente que siente la poderosa atracción que las montañas ejercen sobre el ser humano. Hay quien escala, hay quien asciende hasta los picos más altos del planeta, hay quien las baja sobre una o un par de tablas, una bicicleta o un parapente y hay quienes, como yo, nos conformamos con calzarnos las botas y patear caminos y senderos sin descanso. De entre todos éstos hay una pequeña porción que cuenta sus aventuras en la red (maravilloso cruce de caminos, crisol de experiencias).

La conjunción de ambos factores descritos con anterioridad llevó a que, inspirarándome en la idea de unos montañeros madrileños, le propusiese a mi amigo SP, en la otra punta de Iberoamérica (o América Latina, no hace falta ser más papista que el papa), la realización de tan magna empresa. ¿La idea? recorrer la sierra de Guadarrama de noreste a suroeste, siguiendo su perfil montañoso, desde el puerto de Guadarrama hasta el mismo monasterio de El Escorial.

Durante un mes aproximadamente le sacamos punta al concepto -o conceto, como diría alguno- y poco a poco fuimos perfilando cuál sería la vía de ataque. Alrededor de 130 quilómetros en cuatro o cinco días de mochila y tienda a cuestas. Durante las semanas de preparación se unió PPG a la expedición y el día indicado partimos los tres intrépidos senderistas hacia desconocidas aventuras.

Desde Madrid, gracias a mi hermano, que nos llevó en coche, llegamos al puerto de Somosierra, previo avituallamiento en una gran superficie comercial para todos los días de marcha. Lo primero que hicimos al llegar fue buscar un lugar donde plantar la tienda a resguardo de miradas incómodas para poder descansar tranquilamente. Identificado el sitio nos acercamos al bar del puerto y con unas cervezas brindamos por el éxito de la Trans-Guadarrama. Tras la cena sacamos todos los bártulos del maletero del coche, despedimos a mi hermano y nos pusimos manos a la obra con los frontales encendidos. 

Dos tiendas, tres personas y las respectivas mochilas. Nos dividimos en dos: SP y yo por un lado y PPG y las mochilas por el otro. No hacía mucho frío, pero a las 3 de la mañana se oyeron las primeras gotas de lluvia. A las 4 de la mañana alcanzamos a escuchar desde nuestra tienda la voz de auxilio de nuestro compañero. La pobre tienda de verano en la que dormía comenzaba a inundarse. En medio de la tormenta consiguió pasarse a la nuestra y así, apretados hasta los límites de nuestro propio cobijo, intentamos planchar la oreja hasta las 8 de la mañana, momento en que dejó de llover.

La aventura empezaba con eso, con una aventura y con una tienda inservible que íbamos a tener que llevar a cuestas hasta El Escorial. Comenzaba a forjarse la leyenda de la Festitent, una maldición que nos perseguiría 5 días....



(CONTINUARÁ)

2 comentarios:

raskolnikov dijo...

Qué gran aventura!! A la espera de tu siguiente entrega en el blog!!
Un fuerte de abrazo

Yambo dijo...

Hola, estoy leyendo tu blog de forma desordenada y he leído la III y la IV, ahora la I de esta aventura, y por el sentido que llevabas, intuyo que el puerto donde comenzasteis la aventura es el de Somosierra, pues el de Guadarrama, o Alto de los Leones, está ya lindando con el escorial, fin de vuestra ruta.
Bueno, que me enrollo, he llegado buscando datos para hacer mi ruta y me está gustando mucho tu blog, un saludo!!