martes, 29 de noviembre de 2011

TMB (IV y V)

Y el cuarto día se estropeó el tiempo. Nuestro objetivo era Courmayeur, en Italia, y nos las prometíamos felices con la espectacular visión del macizo por el lado oriental. Ya os podréis imaginar, fue la ley de Murphy y no paró de llover, sin poder deshacernos de la niebla. Con todo, llegamos a Courmayeur después de una buena cerveza en el refugio Bonatti y con ánimo para zampar antes de montarnos en el bus y cruzar el túnel del Mont Blanc de vuelta a Chamonix.







Y de vuelta a Chamonix continuó lloviendo. Colgamos como pudimos la ropa y alguno comenzó a dar buena cuenta de la petaquilla. Al día siguiente un paseo divertido hasta la mer de glace y vuelta por otro camino, con una vista única del valle.






Abajo nos encontramos con nuestro guía. Junto a él se decidió dónde se subiría al día siguiente, más allá de los 4.000 metros, pero esa es otra historia, que contaré bien pronto.

PD: alguna foto es de Manolo R.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Un sapo, media castaña y ninguna ardilla.

Hace unos días, T.R. me hablaba de esta página web. Peculiar visión con muchísimos consejos muy, muy útiles.

El caso es que nos habíamos juntado tres amigos para ir al monte, aprovechando los días primaverales del pleno invierno -contradictorio, pero cierto-. Con una luz espectacular nos pusimos a andar una vez abandonado el tren de Cercedila. Poco a poco, a buen ritmo, subimos por la calzada romana hasta llegar al puerto de la Fuenfría.





En el puerto, rodeados de ciclistas de montaña, viendo que el día invitaba más a caminar sin más que a matarse subiendo cimas, cambiamos el destino final y dirigimos nuestros pasos hacia Segovia. Fueron unas horas de lo más relajadas, viendo sapos, recogiendo media castaña y sin ver ninguna ardilla (pero estaban por supuesto). Hicimos el gamberro con los palos que nos encontramos por el camino, nos pegamos una buena zampada en la fuente de San Pedro y dimos una vuelta por Segovia sin ver absolutamente nada.
















Y por supuesto, nada como llegar a casa después de un día por el monte con los amigos, pegarse una buena ducha y tirarse en el sofá con un libro o viendo una buena película.

PD: esta vez faltó la cervecita